En la orilla del lago, las olas congeladas, duras espumas de cuarzo.
Pliegues de hielo detenidos en forzadas superposiciones.
Lentísima pleamar de crujidos y grietas abriéndose.
El lago resuena en el silencio como el vientre de una ballena hambrienta.
Sinfonía de ruidos eléctricos, crepitares,
invisibles movimientos de las placas heladas,
un hondo rumor de aguas quietas bajo el metal traslúcido,
fragmentos que se hunden morosamente,
frotamiento de ópalos inmensos,
sorda percusión de chalapartas en el fondo lacustre.
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